EXPOSICIÓN | Vano

Las obras de Pollyanna Freire aquí presentadas se desarrollan a partir de delicados perfiles metálicos de colores que, simulando líneas (o aristas), sugieren dibujos realizados en una tercera dimensión. El resultado es un conjunto de volúmenes imposibles de crear por la ausencia de planos cerrados, quedando cada obra como una figura abierta e inacabada. Pero la mayor contribución a la complejidad de estas obras la introduce la ilusión del gesto, cómo parece comportarse cada escultura: las obras se desarrollan en el espacio, adquiriendo un movimiento casi cinético, y se perciben como si hubieran sido dibujadas directamente en él, y estuviéramos viendo cómo se creaba este dibujo.

Manteniendo la misma lógica de escala entre las diferentes formas desarrolladas, cada pieza final siempre puede tomarse como modelo o maqueta de otra, en un proceso de generación continua de formas. Esta posibilidad de abordar diferentes dimensiones a partir de una misma coherencia de formas y escalas no es explorada deliberadamente por el artista. Por el contrario, Pollyanna sigue un proceso individualizado y muy lento en el perfeccionamiento de las formas de cada pieza que entiende como irrepetible. La aplicación del color también juega un papel importante a la hora de individualizar cada escultura en relación con las demás y el espacio circundante.

El lugar definido por cada pieza y el decorado expuesto es un conjunto que se afirma, simultáneamente, como una totalidad y un “ningún lugar”: los marcos coloreados definen un vacío, un “espacio entre las cosas” que somos llevados a llenar movilizando un par de conceptos/sentimientos (libertad y/o angustia) que aquí equivalen y nos advierten sobre la inestabilidad de la realidad.

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